jueves, 1 de septiembre de 2011

Aprender


Darse cuenta de la importancia.
De un pequeño minuto.
De un roce diminuto.
De una profunda caricia.
Divide entre el amor y la amargura.


Dimensiones enormemente  diferentes pueden estar, a veces, a un centímetro de encontrarse, tocarse, complementarse, amarse.
Descubrir que hay otro mundo.
Donde una mirada puede arrastrarte lentamente hasta unos labios que deseabas rozar.
Donde el olor de la piel es una aroma que te invade, haciéndote pensar al azar.
Donde una equivocación supone perder lo que no soñaste que podías tener.
Diamantes de sal masticas sin querer, al pensar en lo que habías de poseer.
Días que pasan, mientras no puedes hacer nada por volver al error.
¡Dioses! todo es tan complicado y sencillo en este mundo de terror.


Dosis de suspense, confesiones inesperadas, momentos inoportunos, desnudos ojos que desnudan, armaduras que se oxidan y caen,  deseos encadenados.
Demonios, sois innecesarios, nosotros solos nos las arreglamos
Demasiado he dicho ya de ese mundo conocido por los amantes y por mí, solitario viajero con la capa ya pardeada por el tiempo y el sombrero gastado por la lluvia al caer.



Dichoso mundo del que todavía quedan eones de cosas por aprender


2 comentarios:

  1. Fascinantemente cierto, siempre se neriquece con cosas que hay en nuestro alrededor

    buenas letras

    saludos

    ResponderEliminar
  2. Si, aunque a uno le ocurran malas experiencias, sólo por el hecho de ser experiencias son valiosas en algun sentido.
    Me alegro de que te gustaran.

    ResponderEliminar

¿Algo que decir? // Something to say?