martes, 13 de septiembre de 2011

Personajes


Digamos que hay dos tipos de personajes. Unos que no consiguen “llenarnos”, son personajes que no parecen habernos aportado nada y que pasado un tiempo olvidaremos. Y hay otros que por el contrario son capaces de impresionarnos, de dejarnos con la boca seca; que sentimos que tienen vida y personalidad propia. Alto ahí. Son estos últimos de los que hablamos.

¿Cuán real es un personaje? Sin duda muchos lectores nos dirán que el personaje no tiene existencia, que es un invento, un artificio del escritor, del lenguaje, para transmitirnos un mensaje. Que es un puro sobre en el que vienen envueltas las ideas, que todas y cada una de sus características, su comportamiento, pensamientos, actos, decisiones, reflexiones y relaciones  son un medio, un soporte, para la expresión humana. La teoría parece consistente.


Ahora hagamos un experimento mental. Imaginen que están leyendo una biografía de un personaje real, es decir no ficticio. Imaginen que es una biografía muy buena, acompañada por imágenes de la persona en cuestión. Imaginen que llegan a comprender a dicha persona, a conocer sus motivaciones, sus miedos, esperanzas; e incluso llegan a mantener conversaciones mentales. Ahora imaginen que les dicen que tal personaje nunca existió y que la biografía es en realidad una novela muy lograda. Que cambiaría en su apreciación individual de dicho personaje. Nada, porque la “existencia real” no compromete nuestra empatía.
Ana Frank

Y al final ¿qué es la base en las relaciones humanas sino los sentimientos interpersonales?: empatía, admiración, odio, amor… Y si somos capaces de sentirlos por un personaje, por muy creado por un escritor que sea, puede considerarse en este sentido tan real como las mismas personas.
Ahora parémonos a pensar en las personas de nuestra realidad material. ¿No podríamos suponer también que las personas son creaciones de la sociedad y la genética?, puesto que una persona “real” es modelada por sus posibilidades biológicas (genética) y su entorno (sociedad); igual que un personaje es moldeado por un escritor. Puede argumentarse que un escritor tiene intencionalidad a la hora de crear un personaje, pero la biología también tiene una intencionalidad en crear nuestra existencia; no existimos por nosotros mismos, somos parte de la biología, igual que un personaje es parte del escritor.

Incluso después de toda esta reflexión todavía no sabemos si un personaje es real, no lo es, si es una persona o que rayos pasa con ellos.

Aclaremos nuestra cabeza. Demos un paseo o una vuelta por la habitación y dejemos que despierte nuestra racionalidad, esa autentica herramienta de resolver rompecabezas.

Asumamos (como asumo yo) que la realidad que existe es la realidad material. Entonces como los personajes existen, deben de estar en algún lugar del universo material. No en los libros, puesto que incluso una vez cerrado el libro podemos seguir imaginándonos un personaje. La respuesta es nuestro cerebro. Es nuestro cerebro quien une las letras, frases y dibujos de un libro para transformarlo en un personaje. El personaje no existe en el libro, sino en nuestro cerebro. La conclusión a la que llegamos es que los personajes existen realmente dentro de nosotros. De hecho podría decirse que los personajes son una parte de nosotros. Y por lo tanto, si, son reales y mucho más de lo que la gente supone.
Original sacado de Scott Pilgrim.

2 comentarios:

  1. Es cierto que existen personajes con vida propia, y que existen en nuestro cerebro. Pero el cerebro es nuestro, a si que, de alguna forma, nosotros creamos al personaje y su existencia está compartida entre el autor creador y nuestro cerebro 'colorista', la imaginación.

    Muy buena la entrada :)

    ResponderEliminar
  2. Si, los personajes al final son tanto del autor como nuestros. Me alegro de que te haya gustado
    Gracias

    ResponderEliminar

¿Algo que decir? // Something to say?