Ambos conceptos parecen ir invariablemente unidos. Siempre que alguien ataca a los OMG (organismos modificados genéticamente) hace referencia a Monsanto, que acaba acaparando el debate. Sin duda hay que separar ambos conceptos, por un lado los OMG y por el otro Monsanto.
Un OMG es un organismo al que hemos realizado (sea por transgénesis u otro método) un cambio en su genoma con respecto a una variante “silvestre” (el original). Esto en realidad ocurre constantemente en el mundo natural, hay muchas mutaciones que se producen espontáneamente y sin nuestra intervención; y nos hemos aprovechado de ello para generar variantes de plantas más productivas y nutritivas durante miles de años.
Evolución del maíz desde una especie de espiga hasta la mazorca actual por selección artificial |
Ahora sólo aceleramos el proceso y le ponemos una dirección. ¿Qué si hay riesgos? Depende del tipo de modificación que hagas. Cambiar algo en la genética de un organismo es arriesgado (para el organismo, no para nosotros) porque no sabes realmente lo que va a ocurrir y puede que el resultado sencillamente no sea viable. Pero de ahí a que haya un riesgo real para la salud humana hay un trecho muy largo. Modificar un microorganismo bien caracterizado para que sintetice un producto que luego vamos a purificar (como antibióticos o insulina) no tiene ningún riesgo. Para empezar porque si el microorganismo diese alguna sustancia no deseada se eliminaría en la purificación. Además las bacterias (gracias a su capacidad para transferirse genes unas a otras, como el que regala cromos), llevan haciendo esto millones de años y es un proceso muy conocido. Y estas bacterias se cultivan en un ambiente muy controlado.
La modificación de organismos superiores tampoco debe en principio entrañar ningún riesgo. Si bien es cierto que se producen muchísimas más interacciones entre células, con el exterior, con otros organismos, lo que dificulta mucho saber que va a pasar en un ecosistema (como un campo de cultivo) si introducimos un OMG. Lo más probable es que no pase nada o que los cambios sean mínimos. Animales y plantas modificados genéticamente no deben de presentar problemas para la salud, ya que si el metabolito que queremos que produzca con la modificación genética es perjudicial o interacciona con otros del propio animal creando compuestos dañinos para nosotros, muy probable que lo sea para el propio animal y muera. Y si no, en las pruebas que se realizan antes de sacarlo al mercado se verá este efecto y no entrará en el mercado.
Así que unas bajas probabilidades de que un organismo sea perjudicial junto con estudios medioambientales y una regulación exigente garantizan unos OMG que pueden ser una gran herramienta para mejorar nuestra alimentación, producir medicamentos e incluso ayudar a acabar con el hambre en el mundo (plantas más nutritivas y productivas) o reforestar zonas que se están convirtiendo en desiertos (plantas que enriquezcan el suelo y que resistan ambientes secos).
Y sin embargo, a pesar que los expertos en genética dicen que estos organismos son seguros, hay una enorme oposición a ellos que venía originalmente de grupos antimundialización y ahora del lobby de los alimentos “orgánicos” (me hace gracia este nombre, como si el resto fueran alimentos “inorgánicos”) o ecológicos.
¿Cómo ha podido pasar esto? Aquí es donde entran tres factores. Primero el de nuestra cultura popular, ¿cuántos monstruos de nuestras novelas o películas no están creados por científicos que “juegan a ser dioses” con la naturaleza? Asique a pesar de la falta de rigor de estas historias, están muy arraigadas y vemos en los transgénicos el principio de un super bosque mutante que ataca a la humanidad (como en “Origin: spirits of the past” donde un experimento con plantas modificadas en la Luna sale mal y atacan la Tierra, o en “Nausicaa” de Hayao Miyazaki,).
Dejo la canción de la intro de Origin, a parte de las plantas espaciales asesinas, la música no tiene desperdicio
El segundo factor podría llamarse moda, pijería, etc… Los alimentos ecológicos están de moda y son más caros. Muchos famosillos y famosos (sobre todo de Hollywood) apoyan estos productos sin tener ni idea de lo que están hablando, y la gente pues los sigue.
Y el tercer factor es la política de las empresas, sobre todo de Monsanto, a la cual debemos la mayor parte de la mala fama de los transgénicos. Para ello voy contar un par de historias que han llevado a Monsanto a ser odiada por muchos, arrastrando a los OMG con ella.
El “Posilac”. Es el nombre comercial de la hormona de crecimiento bobino (BGH) producida por bacterias modificadas genéticamente. Monsanto vende este producto porque incrementa la producción de leche de las vacas. El Posilac en sí, no tiene nada de malo, es como la hormona de la propia vaca; sin embargo esta “sobredosis hormonal” tiene sus consecuencias en el animal. Un estudio destaca que las vacas sometidas a este tipo de tratamiento tienen un riesgo un 25% mayor de sufrir mastitis (infecciones en las mamas, un artículo sobre ello: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC280709/?tool=pmcentrez), lo que requiere más tratamientos con antibióticos (además de que el pus se mezcla con la leche, tras la pasteurización mueren las bacterias, pero…puaj). Y hace tiempo que el mercado de la leche produce más de la que se consume. Así que aquí tenemos a Monsanto con un nuevo producto para producir más de lo que no se necesita y con riesgos para la salud animal. No os preocupéis en la UE y Canadá está prohibido (se sospecha de que Monsanto presionó a la FDA para que le diera el visto bueno). Además se ha posicionado en contra del etiquetado de la leche de vacas tratadas con BGH.
Efecto de la BGH en exceso, las mamas aumentan de tamaño y eso a la vaca, le duele |
Y por si no fuera poco dos periodistas de una filial de FOX news trataron de sacar a la luz la historia, así que Monsanto amenazó a la FOX y esta trató de sobornar a los periodistas o cancelar el programa. Finalmente despidió a los dos periodistas. La historia, en este video, es la segunda parte del documental “The corporation” (uno de mis favoritos sus tres partes están en youtube), en el minuto 45:
Otra historia, cuanto menos curiosa, es la de un granjero canadiense, Percy Schmeiser, cuyo campo estaba próximo a otros que utilizaban una variante de canola (una planta usada para producir aceites vegetales o biodiesel) modificada genéticamente para ser resistente a glifosfato (un herbicida). En la cosecha de este hombre (que no usaba la variante modificada) empezaron a aparecer plantas resistentes a glifosfato, la causa puede ser la polinización cruzada o que el viento u otros factores llevaran hasta su campo las semillas de campos colindantes. Este señor no usaba el glifosfato, por lo que resistencia de la planta no le servía de nada. Sin embargo Monsanto, ni corto ni perezoso, demandó al hombre por usar sus plantas con sus genes (propiedad intelectual de la empresa, y por tanto protegidos) sin su permiso. Finalmente Monsanto ganó el juicio y el granjero tuvo que pagar una indemnización, pero a pesar de esto, Monsanto perdió la batalla de la opinión pública al comportarse como un ogro avaro.
Percy Schmeiser, con plantas de canola |
Además el glifosfato, herbicida estrella de Monsanto, siempre ha sido bastante cuestionado. De hecho acabo de leer un artículo (http://www.biolcell.org/boc/096/0245/boc0960245.pdf) que demuestra la conexión entre el glifosfato y la desregulación del ciclo celular.
Estructura del glifosfato |
Por si fuera poco en 2005 se descubrió que Monsanto trató de sobornar a un funcionario de Indonesia para acelerar la introducción del algodón transgénico en ese país, ya que hay una fuerte oposición (http://news.bbc.co.uk/2/hi/business/4153635.stm).
Y acabo de leer un artículo (http://www.biolsci.org/v05p0706.htm) en el que 3 variedades de maíz de Monsanto son puestas a prueba durante 3 meses con ratas. Los resultados son daños en hígado y riñón principalmente. En las conclusiones del artículo se añade que son necesarias pruebas a mucho más largo plazo y con más especies porque solo estos resultados no son concluyentes.
Una vez vistos estos ejemplos no nos extrañe que Monsanto tenga la mala fama que tiene (y merece) y que, desgraciadamente, haya arrastrado a los OMG con eso. Se hizo mal desde el principio, las compañías pensaban en enriquecerse rápidamente. Forzaron a los legisladores para que todo fuera patentable (y por lo tanto propiedad de alguien) y ganaron mucho con las patentes de genes y organismos, a pesar de asustar a la opinión pública. Luego comenzaron a usar OMG de forma masiva y sin una adecuada concienciación de la gente que no tiene una formación muy buena en biología (la mayoría), a la que eso de genética le sonaba a los comics de Hulk y que no se fiaba de las regulaciones ni de los reguladores (sobre todo después de descalabros en sanidad pública como con el amianto, el cáncer y el tabaco, el DDT…). Además el cultivo masivo de las pocas especies de transgénicos aprobadas ha reducido la variabilidad de especies cultivadas. Por no mencionar que el hecho de que una sola empresa (como no, Monsanto) controle la mayor parte de los OMG del mundo, dejando a gran cantidad de agricultores dependientes de sus productos exclusivamente, ya que el glifosfato no es biodegradable, por lo que no puedes cultivar posteriormente algo que no sea transgénico. Y para rematar la faena las pruebas de transgénicos de Monsanto son (sólo) de 90 días y aún así estudios independientes han encontrado problemas con algunos de sus productos. Son productos que vamos a tener que consumir a lo largo de nuestra vida, merecemos un mínimo de seguridad a largo plazo.
La conclusión a la que llego yo de todo es que los OMG son valiosas herramientas científicas que pueden generar muchos beneficios para todos, pero que hay que regularlos y controlarlos muy intensamente (más de lo que en la actualidad) para evitar los abusos y malos usos que les han dado una pésima fama (de la cual Monsanto es responsable es gran medida).
La conclusión a la que llego yo de todo es que los OMG son valiosas herramientas científicas que pueden generar muchos beneficios para todos, pero que hay que regularlos y controlarlos muy intensamente (más de lo que en la actualidad) para evitar los abusos y malos usos que les han dado una pésima fama (de la cual Monsanto es responsable es gran medida).
Al fin y al cabo, las modificaciones genéticas no son moco de pavo.