Déjame llevarte, porque voy a los campos de metal
donde nada es cierto, nada es real.
Hay un tren que pasa una y otra vez, buscando su alimento;
y flores de hojalata que susurran cuando pasa el viento.
Campos de metal, un lugar para la eternidad
donde no tiene sentido buscar la verdad.
Sobre un suelo de acero mullido, un árbol impotente
la hierba de cobre se mece apaciblemente,
al fondo las montañas desaparecen,
el cielo áureo resplandece,
la puesta de sol, anochece,
pulidos espejos en el cielo aparecen;
Campos de metal donde puedes oír la llamada;
una pulsación constante de llamaradas,
latiendo dentro de tu mente acorazada;
y descubres que en realidad no importa nada.
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