Idiota
Es lo único que me viene a la cabeza
Sentado, escuchando música
Rumiando mis sentimientos, hasta convertirlos en un poso amargo que impregna mi garganta con su sabor.
Preguntas sin respuesta, sin sentido, sin preguntar nada.
Bendito aquel que consiga arrancarme hasta el último nervio de mi cuerpo, para dejar de sentir; pues a veces prefiero el cómodo vacío a la honda desesperanza que me atenaza.
Siento tu mano en mi pelo y tu respiración en mi nuca, mas cuando me vuelvo sigues eternamente ausente, humo, nada. Y lo se, incluso antes de imaginarte, pero no tengo otra opción si quiero aguantar otro día más, otra noche más en la oscuridad de mi sinrazón.
Me siento avergonzado de mi futilidad, de mi debilidad, de mi incapacidad para controlar lo que siento; estoy harto de mi mismo.
Y heme aquí, destrozando mis neuronas en un vano intento por racionalizarme, despedazando mi consciencia infructuosamente para tratar de obtener un poco de calma y sosiego en mi vida.
Si se dice que el hombre es el lobo para el hombre, no es menos cierto que los sentimientos son el gran monstruo antropófago para el hombre; dispuesto a devorar a los demás o a uno mismo en su irracionalidad autodestructiva.
Sentimientos, sentimientos, malditos todos ellos, los que no nos hacen la vida un trago amargo, sólo son la dulce preparación para otro trago aún más terrible que el anterior.
Todo es vano, pues está claro que el destino del hombre es vivir de acuerdo a unos sentimientos que nunca eligió y cuya decisión está vetada a toda alma sentiente.
Pero eso no es impedimento para mi grito de rabia; un grito que hace estallar mi caja torácica, que destroza mi garganta; que hace brillar mis ojos desorbitados; un grito que se extiende por el mundo como una ola de la mar embravecida y que hace huir a las bestias que habitan en la cercanía.
Mírame Sol, aquí estoy quemado y cegado por tus infinitos rayos, y no me escondo bajo la sombra de las piedras de tu desierto, ni me hundo en tus ciénagas cuando te grito que te lleves lo que me has dado; arráncame mi orgullo y mi bilis que me impiden ver con claridad; llévatelos lejos, fuera de este mundo, donde sólo tu arcana luz pueda llegar a iluminarlos.
Mírame Tierra, aquí estoy bajo tu lluvia, y no me parte un rayo ni me amilano al decir, al proferir, al aullar mi ira y mi razón por unos sentimientos que me diste y que yo nunca te pedí. Arráncame mi corazón y mi desesperanza y guárdalos en tus grutas prohibidas, en tus antros de gemas preciosas, en tus cuevas de maravillas, e insensato aquel que se atreva a bajar por ellos.
Dejadme solo con mi pobre cerebro, con mi pobre razón; que ya tiene bastante con soportar nuestra existencia en este mundo hostil que nos ha dado la vida.
Madremia chico! Como escribes me encanta :)
ResponderEliminarGracias! siempre intento escribir algo profundo, pero la profundidad que alcanzo es siempre una incógnita =)
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