Hoy me he preguntado ¿por qué hay
toreo? Mucha gente piensa, y parece bastante razonable, que es una forma de
reconciliarnos con nuestro pasado. Una forma de unirnos con nuestro yo cazador,
lo que hemos sido durante miles de años. Y cuando uno contempla el toreo en
acción puede pensar que es cierto. Ve la sangre, las fintas, los ojos del toro
asustado buscando una salida, una escapatoria, mientras el torero da vueltas,
acechando, esperando su momento para dar otra estocada más, para dar el golpe
que necesita. El público parece volver a su pasado, vive la caza, grita, anima
con las manos y con el cuerpo. La arena se mancha de sangre. El toro lanza sus
últimos bramidos, como llamando al auxilio, o más ciertamente, avisando al
resto de que allí, de que en ese lugar habita la muerte. Más que un socorro, el
toro grita “corran, corran con todas sus fuerzas para escapar de la masacre” Por
desgracia para sus congéneres están encerrados y poco pueden hacer para huir.
Finalmente y tras una agonía prolongada en el tiempo, el toro sucumbe y el
torero se cubre de la gloria de los antiguos cazadores, ha traído la carne a
casa.
Mentira. No hay nada de verdad en
esos sentimientos. La plaza no es más que un escenario en el que los actores
fingen sus papeles, uno de ellos hasta muerte. El toro no es un animal salvaje,
en su hábitat natural y con todo su poderío. Muchas veces se nos presenta una
bestia asustada, fuera de lugar, incluso drogada. No busca un combate, no tiene
nada que defender y sí mucho que perder. En una plaza, el toro busca la huida,
la libertad; no un enfrentamiento. Y menos un enfrentamiento con nosotros. El
torero no es un cazador, no mata al toro por una necesidad, sino por
espectáculo, para satisfacer a un público que desea negar su complejo de
inferioridad frente a la naturaleza, frente a lo salvaje. El torero no
escenifica una lucha por la supervivencia, sino una lucha en la que la
civilización intenta dominar a la naturaleza. Miren su traje, ¿es un traje de
cazador? No, es un traje cubierto de baratijas brillantes y elaboradas, los
desechos del mundo civilizado.
No es una caza, es un ritual. En la caza hay un
plan y hay improvisación según las circunstancias. En una plaza está todo
controlado, para que el ritual se lleve a cabo en el orden establecido, sin
saltar ningún paso; toda la lucha transcurre ordenadamente, primero una cosa,
luego otra y al final la muerte. ¿Y no se han fijado en que uno de los últimos
pasos es clavar banderines al toro? ¿No recuerda eso, acaso, a cuando los colonizadores
europeos clavaban sus banderas en las tierras vírgenes? Ni siquiera es una
buena representación de la caza, puesto que el toreo se centra en la muerte del
animal, que es lo menos importante en una cacería, donde la cooperación, la
planificación, la persecución y otros elementos son mucho más importantes. De
hecho el cazador se acepta a sí mismo como parte de de la naturaleza, no como
su verdugo.
Y dicen que el toro muere con
orgullo al enfrentarse con su rival en un combate a muerte. ¿Acaso han
preguntado al toro por el orgullo? ¿Y si lo tuviera, que mérito tiene luchar a
muerte contra alguien a quien no puedes ganar? Porque reconozcámoslo, el toro
no tiene posibilidades de sobrevivir, mientras que si el torero es amenazado,
siempre puede huir a la seguridad del parapeto o reclamar la ayuda de sus
compañeros. No hay un combate igualado, nunca lo ha habido, sólo una sentencia
de muerte que es realizada con el mayor sufrimiento y humillación posible. El
animal debe ser pisoteado, debe de sentir dolor, para que lo sepa, no aún
mejor, para que nosotros mismos sepamos que somos superiores, que estamos por
encima de lo salvaje, por encima del animal. La humillación como demostración
de fuerza para nosotros mismos, o más bien como un consuelo, pues pronto
hayamos que por mucho que pisoteemos la naturaleza en el ruedo, estamos a
merced de sequías, tormentas, enfermedades e inundaciones.
El toreo no solo debe acabar porque
sea una espectáculo repugnante para la naturaleza compasiva que deseamos
desarrollar como personas, sino que debe morir como parte de la muerte de la
idea de que el hombre domina a lo salvaje (como si pudiéramos separar lo
salvaje de nuestra naturaleza), como el fin de nuestra suprema arrogancia
frente a la madre naturaleza y como en principio de la aceptación de que somos
parte de este planeta, que somos parte de la vida animal y no un ente separado
que pueda mirar por encima del hombro todo lo demás.
Gracias.
Bullfighting as ideality
Today I wondered why there is bullfighting? Many people think, and it seems quite reasonable, that is a form to reconcile with our past. One way to unite us with our hunter ego, what we have been for thousands of years. And when one contemplates bullfighting may think it's true. You can see the blood, the feints, the eyes of the frightened bull looking for an exit, an escape, while the bullfighter spins, lurking, waiting for his moment to take another stab more, to deliver the final blow. The public seems to return to its past, live the hunting shouting, encouraging hands and body. The sand is stained with blood. The bull throws its last roar, like calling for help, or indeed, to warn the rest of, that in that place death rules. More than a relief, the bull is shouting "run, run with all your might to escape the slaughter" Unfortunately for his fellows, they are locked and can do little to escape. Finally, after a prolonged agony eventually the bull succumbs, and the bullfighter is covered with the glory of the ancient hunter, he has brought the meat home.
Lie. There is no truth in those sentiments. The square is just a scenario in which
actors pretend roles, and one of them must death. The bull is not a wild
animal in its natural habitat and with all his might. Often is
presented to us a frightened
beast, out of place, even drugged.
It does not seek a fight; it has
nothing to defend, and much to lose.
In a square, the bull is searching
the escape, the freedom, not a confrontation.
And much less a confrontation with us. The bullfighter is not a hunter, does not kill the bull because of a necessity, but for show, to
satisfy an audience that wants to
deny his inferiority complex against
nature, against wild. The bullfighter does not stage a fight for survival, but a fight in which civilization tries to dominate nature. Look at his costume, is a hunter's outfit?
No, it's a suit covered
with shiny and elaborate trinkets,
the waste of the civilized world.
It's
not a hunting is a ritual. Hunting is
a plan, but also improvisation in order to the circumstances. In a square is all controlled so that the ritual is performed in
the order, without skipping
any steps, all the fighting takes place orderly, first
one thing then another and finally, death. Did you realize that one of the last steps is to nail flags in the bull? That does not remember, perhaps, when European colonists stick their flags in the virgin lands? It is
not even a good representation of the
hunting, since bullfighting
is focused on the death of the animal, the least important
in a hunt, in which cooperation, planning,
persecution and other elements are much
more important. In fact the
hunter accepts himself as part of
nature, not as its executioner.
And they say that the bull dies proudly facing its rival
in a death fight. Have they asked the bull about the
pride? And if I did, what merit has to fight
against someone who you cannot win? Because face it, the bull has
no chance to survive, while if
the matador is threatened,
he can always escape to the safety of
the parapet or claim for the aid
of his companions. There are nothing
such an equaled fight never has been;
only a death sentence, performed with
the greatest possible suffering and humiliation. The animal should
be trodden, must feel pain, it shall know, even
better, we shall know that we are
superior, that we are above the
wild, above the animal. Humiliation
as a show of force to ourselves,
or rather as a comfort, because
soon we know that even if nature trampled in the
arena, we are at the mercy
of droughts, storms, diseases and
floods.
Bullfighting must end not
only because it's a disgusting
spectacle for compassionate
nature we wish to develop as
individuals, but it must die
as part of the death of the idea that man dominate the wild (as if we could separate the wild of our nature),
as the end of our supreme arrogance against mother nature and the beginning of accepting that we are
part of this planet, we are part
of animal life, and not a separate entity that can look down on the
rest.
Thanks
Totalmente de acuerdo pero el toro bravo se cría unicamente para las corridas, si se acabasen estas los actuales ganaderos de este animal dejarían de serlo y yo no he visto toros en un habitat natural, por lo que podría suponer el fin de la especie. Aunque he pensado que quizás el toro se podría insertar otra vez en el habitat natural, pero sin duda sería difícil, como siempre es insertar una especie en cautividad al lugar de donde nunca tuvo que haber salido. Lo que ocurre es que todo radica en un problema más grande y general que empezó hace mucho tiempo y es el pensamiento de que los animales nos pertenecen. Así podemos utilizar sus cualidades para nuestro beneficio, serían como esclavos. ¡QUE ASCO ME DA LA HUMANIDAD!
ResponderEliminarEl problema del futuro del toro bravo, una vez terminen las corridas no está claro la verdad, supongo que biólogos y ecólogos tendrán que estudiarlo y decidir que es lo mejor para el animal y el medio ambiente. Por tro lado, es cierto que durante mucho tiempo hemos considerado que los animales eran nuestros esclavos, pero eso también esta cambiando gracias al conocimiento, la humanidad tiene que seguir avanzando y curando sus errores.
ResponderEliminarGracias por comentar
Te dire que tu blog no esta nada mal.
ResponderEliminarComo critica constructiva te diria que los colores que has elegido son dificiles de leer, deberias cambiar el color de letra.